lunes, 2 de julio de 2007

Interludio (¿parte III?)

Que deprimente fin de semana...

Hoy tampoco tengo mucho que decir, amigos. Estoy seco, preso de una aridez creativa completa y total. Que desánimo, que desgano, que apatía... En fin, todo eso. ¿Qué he hecho este fin de semana? Oficiar de obstáculo. Así es, pues ni más ni menos. Pero a ver, que no haya malentendidos. No un obstáculo en un sentido, digamos, figurativo o metafórico. No es que yo he sido una traba para que alguien pudiese llevar a cabo un cierto objetivo de importancia. No, no, esto es realmente mucho más simple, oficié de obstáculo en el sentido más literal del término.

¿Cómo podríamos ejemplificarlo? Una columna, una roca, una silla que estorba el paso... Ese tipo de cosas. Efectivamente, es eso lo que he hecho, estorbar el paso. Imaginen un pasillo angosto y una persona sentada en el medio. ¿Qué es lo que hace esa persona? ¿Nada? ¡Pues claro que no! Hace algo, ¡estorbar! Pero por suerte no es un obstáculo inanimado, algo así que pudiese realmente haber sido un problema mayor. No, simplemente cuando alguien quería acceder por dicho pasadizo solicitaba, con cierta gentileza mas no sin cierto desprecio o condescendencia, "permiso".

Me replanteo entonces, debería haber cambiado la estrategia. Si uno va a ser un obstáculo, si el destino le ha asignado el papel de "impedimento, dificultad, inconveniente" (R.A.E. 22ª edición), entonces hay que hacerlo bien. Estoicamente deberá uno mantenerse en su posición, y no debería dejar pasar A NADIE, aunque se deshagan en lágrimas solicitando el paso. ¿Cómo pude ser tan ciego? Ciertamente esa actitud me habría granjeado alguna animosidad pero al menos hubiese sido interesante. "¿viste el flaco ese maleducado que no dejaba pasar a nadie? ¡Que molesto". En cambio, ¿ahora quién me va a recordar? ¡Nadie! ¡No terminaría representando nada en el orden cósmico! ¡Que mediocridad, por favor!!!!







Que manera de escribir al pedo.


¡Saludos!